Terapia Positiva

La infidelidad en una relación de pareja puede provocar una crisis que deteriore el bienestar de los individuos involucrados. Cuando se descubre una infidelidad los sentimientos de soledad, traición, celos y confusión son frecuentes en el otro miembro de la pareja. En ocasiones, una infidelidad es considerada motivo suficiente para terminar la relación de manera irrevocable. Sin embargo, hay ocasiones en las que las parejas son capaces de reparar la relación con la ayuda de un terapeuta lo que además tiene como resultado el fortalecimiento de la pareja.

La manera en que las parejas se recuperen de la infidelidad dependerá en gran parte de sus valores y creencias personales así como de las circunstancias que rodean a la infidelidad. Muchas parejas acuden a terapia para determinar si deben o no continuar con la relación después de la infidelidad así como para comprender y procesar sus sentimientos con respecto al otro.

Los terapeutas solicitarán a cada miembro de la pareja que expresen sus emociones con respecto a la infidelidad y les ayudarán a determinar sus necesidades y objetivos de futuro para la relación, tanto si deciden continuar con ella como finalizarla. Si la pareja desea mantener la relación, los psicólogos ayudarán a que cada miembro descubra su nivel de compromiso con la relación y les enseñarán habilidades para reparar la confianza perdida mientras les guían en el proceso de recuperación.

Los terapeutas de pareja pueden también ayudar a aclarar la verdadera naturaleza de la relación mediante la evaluación abierta de las fortalezas y debilidades de la misma. Si existen patrones no saludables, como la dependencia del otro miembro, el abuso emocional o la infidelidad recurrente, el psicólogo pondrá especial énfasis en la resolución de estos conflictos. Además, la terapia puede ayudar a aquellas personas que se sienten culpables de la infidelidad de sus parejas trabajando a través de esos sentimientos con el objetivo de obtener nuevas perspectivas.

Cuando una pareja decide poner fin a la relación, el consejero matrimonial puede ser de ayuda para ambas partes. El miembro de la pareja que fue traicionado puede beneficiarse resolviendo sus sentimientos de inadecuación, traición, resentimiento, ira, etc. al tiempo que se sobrepone a la pérdida de la pareja. El miembro de la pareja que cometió la infidelidad puede sentir arrepentimiento, culpa y deseo de entender qué le empujó a cometer la infidelidad. Si ésta ocurrió después de darse cuenta que la relación no era satisfactoria, el terapeuta le enseñará a comunicar sus sentimientos de insatisfacción de manera más eficaz para que no se repita el comportamiento en el futuro.

Al filo de los cuarenta, una mujer decía: “Se me va a pasar el arroz, temo quedarme soltera”. No se encontraba satisfecha con su vida actual y estaba preocupada por su situación. Un hombre contaba que tenía la sensación de haber perdido el tiempo, no haber conseguido las cosas “normales” que tenían los hombres a su edad: una pareja, una familia, un trabajo que le permitiera desarrollarse profesionalmente,…  mientras se decía que había perdido el tiempo en cosas sin importancia. Se presionaba para lograr de forma urgente aquellas metas al tiempo que luchaba para no caer en el desánimo.

Jung, famoso psiquiatra del siglo XX, habló ya de la crisis de la mitad de la vida, en torno a la cuarta década de vida. Alrededor de esa edad, algunas personas hacen un alto en el camino para valorar lo que se ha caminado en la vida y replantearse los logros y la realización personal alcanzados. En ocasiones, las personas se dan cuenta de que han estado persiguiendo objetivos que no eran importantes para ellas, quizá siguiendo “mandatos” familiares, o buscando conseguir así la aprobación de las personas que les rodean. En ocasiones se dan cuenta de que aquello en lo que habían puesto sus esfuerzos no les aportó finalmente satisfacción, felicidad o el bienestar que buscaban. Es a esa edad cuando las personas toman una conciencia cabal de su finitud, de la mortalidad, y se plantean las aportaciones realizadas hasta el momento. Aquellas cosas que se pospusieron, los deseos que se reprimieron, aquellos talentos no manifestados, todo aquello que se ocultó o se rechazó, llama a la puerta y pide su lugar. Es la sombra, como la llamó Jung, que espera  su momento para incorporar su energía para la integración de la persona.

Desde la psicología positiva se plantea el bienestar psicológico como una función del ejercicio de las fortalezas personales para aportar algo a los demás. El éxito tiene importancia si es compartido con otros. Llega una edad en que lo importante es aportar sentido, transcendencia. Es en la acción con sentido más allá de uno mismo, en la acción para otros, en las relaciones, en los logros compartidos,… donde reside el bienestar psicológico y la satisfacción, la tan valorada felicidad de las personas. Cuando se ha perseguido el éxito por el éxito, cuando se ha puesto el logro en la consecución de algo externo esperando la felicidad, se produce la frustración, la persona se constriñe, se cierra en sí misma, y la soledad muerde el alma.

Hay salida, siempre se puede cambiar, y el momento del cambio es …. AHORA. Paradójicamente, para cambiar el primer paso es aceptar lo que se ha sido y lo que se ha hecho hasta ahora. Muchas veces el cambio no tiene por qué ser radical, más que cambiar lo que se hace, se debe cambiar cómo se hace. Disfrutar y volcarse en la acción, fundirse en la misma. Se trata de integrar partes excluidas, no de cambiar partes antes excluidas por otras. El siguiente paso puede ser el realineamiento de los valores de la persona. Quizá no haya demasiadas cosas importantes en la vida, quizá sea hora de valorar solo esas cosas importantes, sin dejarse despistar por otras metas secundarias. ¿Cuáles son las cosas realmente importantes para uno o una? ¿Qué talentos y fortalezas ha desarrollado la persona y cuáles no se han acabado de manifestar? Ahora se puede empezar a realizar aficiones y hobbies largamente postergados, se puede encontrar la gratificación en la pura acción. ¿Qué se quiere aportar a partir de ahora? Donde las personas ponemos la atención eso crece. En la mediana edad aún se pueden hacer aportaciones interesantes: a la familia, a las relaciones, y en diversos ámbitos: el arte, la ciencia, el trabajo,…

Se puede dejar de temer y afrontar desafíos que antes nos parecían inalcanzables, porque se puede aceptar con más facilidad que en la juventud a la persona en su integridad.

No se si debido a la deformación profesional, al cotilleo bienintencionado o a la baja calidad de la última novela que había escogido, el otro día, mientras iba en metro hasta uno de los múltiples cursos de formación que había decidido coger para este año, escuche (para ser sinceros, yo y todo el vagón) como una chica bastante joven le contaba a su amiga, de forma bastante lacrimosa y, para aquellos interesados en el morbo, explícita (por favor, como recomendación personal diría que nunca dejen a nadie después de practicar el sexo), la conclusión de una historia de amor que parecía bastante duradera y obviamente importante para la chica. ¿Quién no ha oído o padecido una historia similar a la de dejar o ser dejado? Todo parecía bastante normal, excepto por el tema de la “dejada sexual” por si alguno tenía dudas. El problema vino con los comentarios de la amiga, gracias a los cuales descubrimos: la historia había pasado hacia ya 7 meses; no era la primera vez que oía dicha historia; no sabía que decirle y además, a la narradora, los comentarios de su amiga le importaban poco, imagino que por la repetición de muchos de ellos y alguno, incluso, por lo desafortunado de los mismos. Yo me bajé en mi parada y nunca me enteré de la conclusión de la historia, o de las curiosas preferencias sexuales del chico que ella iba a empezar a enumerar al grito de “¿y sabes que me pidió que hiciéramos?”. Tal vez llevado por mi educación humanista, quiero creer que la historia termino bien y la pobre chica al final supero lo de su exnovio y sus curiosas tendencias. Pero he de decir que el suceso me hizo pensar, y darme cuenta de que esa chica, tal vez, podría beneficiarse de la asistencia a la consulta de un psicólogo.

Jamás pensaría que un caso general de ruptura de pareja, por ser el ejemplo que nos trae aquí, tendría que llegar hasta el psicólogo (sino de qué la crisis por la que pasa nuestra profesión), ni me gusta en general cometer el terrible error que es tan común en nuestra profesión, y ahora incluso más con la creación del nuevo DSM-V, de los sobrediagnósticos; no he sido el típico psicólogo que le gusta observar a la gente y comenzar a diagnosticar e imaginar posibles terapias y soluciones, seguramente porque mi forma de ser, como ya he dicho antes, no acompaña. Siempre he visto a la gente mejor de lo que es, y sino que pregunten a mi banco por las cantidades de dinero retirado y nunca reingresado dejado a mis amigos con las firmes promesas de serme devuelto, y con más apoyos de los que suelen ver mis compañeros de profesión. La familia, amigos, compañeros, pareja, etc. como conceptos amplios, siempre he creído que son pilares fundamentales y en la mayor parte de los casos suficientes para ayudarnos a superar los problemas generales de la vida, pero seamos sinceros; hay familias y familias, o parejas y parejas, y así con todos los apoyos posibles y con todas las cursivas imaginables. Todos tenemos “una madre que…”, o la típica “amiga que…”, y en esos momentos de especial sensibilidad, cualquier comentario puede producir más daños y problemas de lo necesario.

Por todo esto, escribo este artículo para todas esas pequeñas cosas que aunque somos conscientes de que no estamos sabiendo afrontar o no logramos superar, nos siguen causando malestar y problemas, muchas veces incluso de manera diaria. A todas esas personas, les diría que lo mejor es atajar el problema cuanto antes y de la mano de un profesional cualificado. Con este espíritu nació Ceinter Psicólogos y nos ponemos a vuestra disposición.

El consejo psicológico o coaching es una alianza entre el consultante y el adolescente para la exploración, orientación y puesta en marcha de soluciones a desafíos y retos psicológicos de la vida de estos.

Al igual que en el Consejo Psicológico con adultos, está orientado tanto a la solución de problemas como al logro de objetivos del adolescente. Las crisis de identidad, las relaciones con los iguales del mismo o de otro sexo, la orientación vocacional, son temas frecuentes en esta edad.

El proceso comprende al menos una entrevista con los padres en la que se  acuerdan los términos del Consejo con el (la) adolescente y los límites de la confidencialidad de las futuras sesiones. En esta, o en otra sesión posterior se definirá el  asunto a tratar, acuerdo de los objetivos y compromiso de un número de sesiones de trabajo (habitualmente de tres a seis). Las sesiones tendrán una duración entre los  45 y 60 minutos. Adolescente y consultor exploran mediante preguntas y con ayuda de otras herramientas, las representaciones mentales, las limitaciones de estas, los recursos personales y sociales, y las posibilidades contextuales del cliente. Durante el proceso el adolescente  pone en marcha diferentes estrategias acordadas en la sesión para lograr sus metas, y se compromete a probar diferentes alternativas acordadas.

Cada vez que empezamos un nuevo proyecto lo hacemos con la mejor de las intenciones pero frecuentemente perdemos pronto de vista ese objetivo y nos dejamos llevar. Perdemos la motivación inicial, y poco a poco nuestros propósitos se convierten en papel mojado. Si te estás planteando nuevos objetivos como hacer ejercicio con regularidad, perder unos kilos o dejar de fumar, te ayudamos a lograrlo con estas 10 sencillas pautas.

1. Hazlo por ti. Los estudios demuestran que las personas que están motivadas externamente, es decir, aquellas que hacen dieta o van al gimnasio sólo para ser más atractivas de cara a los demás, o los que dejan de fumar porque alguien se lo pide, difícilmente se adhieren a sus objetivos. Por el contrario, aquellos que están motivados internamente (hacen ejercicio porque les gusta, hacen dieta o dejan de fumar por su salud) son los que consiguen mantener sus objetivos a largo plazo.
2. Ve paso a paso. “Un viaje de mil millas comienza por el primer paso”. Al hacer demasiados cambios demasiado pronto, es muy probable que termines irritado, malhumorado e incluso frustrado. Tómatelo con calma y poco a poco verás que te resulta más fácil ir añadiendo pequeños desafíos a tu rutina.
3. Empieza por lo más fácil. Bien sea quitándote el cigarrillo del que menos te costaría prescindir, haciendo un deporte que te guste o no te resulte muy tedioso o eliminando de tu dieta ese snack que te comes “por aburrimiento” entre horas.
4. Vive en el presente. No pasa nada si has perdido una semana de entrenamiento, te has excedido comiendo el fin de semana o has tenido una recaída y no has podido decir que no al cigarrillo de después de comer. Deja la culpabilidad en el pasado. HOY tienes la oportunidad de volver a perseguir tus objetivos.
5. Sé realista. Es imposible tener un cuerpo escultural en 2 semanas. Plantéate pequeños objetivos asequibles como aumentar tu programa de ejercicio de 2 a 3 días por semana o reducir el número de cigarrillos en 2 de semana a semana.
6. Ten sustitutos para tus debilidades. Cuando te apetezca comer algo dulce trata de tener a mano algún tipo de fruta, cuando quieras fumar ten cerca algo que puedas chupar o masticar. Sean cuales sean tus debilidades, encuentra un sustituto que satisfaga tus antojos cuando inevitablemente surjan.
7. No seas drástico. Las dietas que prometen perder mucho peso en poco tiempo, además de ser perjudiciales para la salud, pocas veces funcionan ya que muy pocas personas pueden adherirse a ellas más de unos pocos días. La clave no es conseguir el objetivo rápidamente sino hacer cambios duraderos.
8. Genera una rutina. Tu objetivo debería convertirse en un hábito como cepillarte los dientes o desayunar cada mañana. Cuando algo es parte de tu rutina, ni siquiera tienes que pensar en ello.
9. Haz un seguimiento de tus logros. Anota tus pequeños logros en un cuaderno (la cantidad que corres, las calorías que quemas, los cigarrillos que fumas…)
10. ¡Celébralo! Felicítate por cada pequeño logro conseguido. Un kilo de peso perdido, un cigarrillo eliminado o un kilómetro corrido son razón suficiente para recompensarse.

La depresión materna siempre se ha considerado como un importante factor de riesgo para el desarrollo de trastornos en los hijos, especialmente los relacionados con la depresión y la ansiedad así como los problemas de tipo interpersonal.

En los últimos años varios estudios han tenido como objetivo determinar la fuerza de la relación entre la depresión materna y la presencia de síntomas de algún tipo en los adolescentes. Todos estos estudios reflejan una importante asociación entre la depresión materna y la psicopatología adolescente tanto a nivel más externo (problemas de comportamiento, ansiedad, trastornos de la alimentación) como interno (depresión) siendo muy frecuente la existencia de conflictos de tipo interpersonal. La mayor parte de los trabajos coinciden al señalar que la depresión es el trastorno más común entre los adolescentes descendientes de madres deprimidas. Estos resultados son, sin embargo, tentativos ya que los diferentes estudios analizados presentaban diferentes variables mediadoras a tener en cuenta.

En conclusión, la asociación entre la depresión materna y la psicopatología del adolescente parece ser bastante fuerte. Sin embargo, esta relación está mediada por varios factores que no siempre se tienen en cuenta y por lo tanto es arriesgado establecer inferencias causales estables entre estas dos variables. Las investigaciones futuras deberían centrarse en el control de todos los factores de mediación para poder ser capaces de determinar la influencia exacta que la depresión materna ejerce sobre la psicopatología adolescente.

Al contrario de lo que popularmente se cree, la depresión no consiste únicamente en la presencia de tristeza, melancolía y desesperanza ocasional. Al igual que en los adultos, estos sentimientos negativos son normales en los niños, especialmente durante la adolescencia y, por lo general, se suelen aliviar con el tiempo.

Sin embargo, cuando este bajo estado de ánimo persiste durante varias semanas o incluso meses y limita la capacidad de la persona para funcionar normalmente, se puede empezar a considerar el diagnóstico de depresión.

En los niños, especialmente los más pequeños, la depresión puede presentarse en forma de mal humor o irritabilidad que se prolonga durante largos periodos de tiempo, incluso cuando el niño aparentemente no está especialmente triste.

SÍNTOMAS

• sensación de tristeza o melancolía
• falta de energía, incapacidad para llevar a cabo tareas simples
• incapacidad para disfrutar de las cosas que solían resultar placenteras
• falta de interés por las relaciones sociales
• sentimientos de irritabilidad, ira o ansiedad
• incapacidad para concentrarse
• notable ganancia o pérdida de peso y poco o demasiado apetito
• cambio significativo en los hábitos de sueño (insomnio o hipersomnia)
• sentimientos de culpa o inutilidad
• dolores y molestias físicas no causadas por una enfermedad
• falta de interés por el futuro
• pensamientos frecuentes sobre la muerte o el suicidio

Si crees que tu hijo lleva tiempo padeciendo algunos de estos síntomas y éstos están interfiriendo en su vida, es importante tomar medidas. La detección y el diagnóstico precoz son clave en el tratamiento de los niños con depresión.

La terapia psicológica es el tratamiento de primera elección y se centra en las causas de la depresión al tiempo que trabaja en ayudar a cambiar los pensamientos negativos y encontrar maneras de permitir que el niño se sienta mejor. Los profesionales de Ceinter utilizan la terapia cognitivo conductual la cual ha demostrado ser la más eficaz en el tratamiento de la depresión, así como en los síntomas de ansiedad que frecuentemente vienen asociados a ella.